1. CONOCIMIENTO DE SI MISMO
- Los estímulos de nuestra época nos orientan a actuar asiduamente hacia fuera de nosotros, debido a la complejidad y la cada vez más veloz evolución y desarrollo de estructuras (culturales y tecnológicas) que nos rodean, con las cuales convivimos. La modernidad se halaga a si misma por las posibilidades que nos ofrece para que podamos desarrollarnos en función a ella, y nos mantiene ocupados en mantenerla. Ella nos ofrece muchos estilos de vida y caminos que seguir, pero nos impide encontrarnos con nosotros mismos para reflexionar acerca de cómo quisiéramos realmente construir los caminos de nuestra vida, en lugar de simplemente caminar sobre ellos.
LOS TRES NIVELES DE CONCIENCIA
-El sueño profundo
Hay momentos en la vida en los que nuestra conciencia parece descansar, y que nos quedamos dormidos, o emocionalmente bloqueados; entonces nuestra capacidad de percepción e interacción con la realidad no es la mejor. No asimilamos lo que nuestros compañeros quieren comunicar, o si lo hacemos, lo hacemos mal; y pensamos que el problema son ellos, cuando en realidad es probable que lo seamos nosotros. No comprendemos a los demás, y tampoco nos comprendemos a nosotros mismos.
-Emociones dominantes
Podemos tener cierta conciencia y certeza de las situaciones en las que nos desenvolvemos, pero en algunos casos son nuestras emociones reflejadas en nuestra conducta las que tienen mayor predominio. Hay circunstancias en las que actuamos sin realizar un mayor análisis de la situación, y ello puede ser hermoso y liberador para nosotros, por que refleja lo que realmente sentimos y queremos, pero las consecuencias pueden ser positivas o adversas para los demás e incluso para nosotros mismos.
-Aislamiento espiritual
Podemos, finalmente, poder controlar nuestras emociones y habernos adaptado a las normas sociales; pero ello puede hacernos infelices; de hecho, lo hace con frecuencia, debido a que no siempre nuestros deseos tienen relación con las exigencias económico-sociales. Entonces, vivimos para el sistema, imaginando las retribuciones (económicas) que él nos designará en el futuro y que nos permitirán ser felices y gozar de tranquilidad social y estabilidad económica; pero dejamos de vivir el presente, y postergamos constantemente realizar aquellas cosas por las que realmente vivimos.
DESPERTANDO NUESTRA CONCIENCIA
Todas las situaciones que experimentamos construyen nuestra personalidad; las positivas, que siempre recordamos con aprecio, y también las que no, aquellas que nos parecen desagradables; las que forman parte del proceso de la “actualidad” y de las cuales nunca nos desprendemos, y las antiguas, desde nuestros primeros años de conciencia y convivencia.
Hemos desarrollado muchas carencias y virtudes, debido a que nunca dejamos de relacionarnos con personas que también desarrolla(ba)n sus propias etapas de experimentación. Entonces, hay situaciones que nos parecen más agradables y satisfactorias que otras, a cuales le dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo, precisamente por que podemos disfrutarlas o nos recuerdan a momentos en los que nos provocaron felicidad. Pero lamentablemente, también estamos expuestos a situaciones indeseables, o a ambientes y espacios que evocan momentos de tensión y desagrado. En algunos casos, si lo consideramos oportuno, podemos evadirlas, pero ¿qué hacer con aquellas que se presentan por sorpresa, o que no podemos evitar?
Fischman recomienda rememorar las situaciones para poder evaluarlas y situarnos en las personas que intervinieron directa o indirectamente en ellas, tomando en cuenta sus propias características y las de la situación, para tener una mayor y mejor comprensión de ellas; así comprenderemos también como hemos de enfrentarnos a ellas, y que errores cometimos en el pasado.
EL EDIPO Y LA VIDA EN LA OFICINA
Los niños se enamoran de forma sana y apasionada de sus padres, ya que provienen y reciben también el cariño de ellos, y esto forma parte de un proceso natural. Lamentablemente en nuestras sociedades, los padres no pueden retribuir el cariño que necesitan sus hijos, por que la estabilidad económica impide la estabilidad en sus relaciones y tienen que dedicar su tiempo en el trabajo. En otros casos, también característico de nuestra actual forma de vida, los padres temen tanto que sus hijos sufran alguna carencia amorosa o daño producido por la realización de sus experiencias en el medio, que se convierten en seres sobre-protectores y, muy por el contrario de lo que piensan, restringen la libertad de sus pequeños.
Los niños dejan de serlo, y crecen; pero crecen cargando las frustraciones que acumularon en su infancia, y las reproducen en las relaciones con su entorno, dentro y fuera de casa. Así, unas personas abandonan sus proyectos para ir en busca de personas en las que ven reflejadas un ente maternal, que no percibieron cuando fueron pequeños; y otras lo buscan de manera inconciente, pero no lo encuentran. Todos quieren aliviar esta necesidad, pero la mayoría fracasa en el intento, y termina frustrándose –y frustrando a los demás- aún más, debido a que es o muy difícil o imposible encontrar a una segunda madre.
CAMBIANDO A PESAR DEL INCONCIENTE
Hay comportamientos que no nos permiten relacionarnos de la manera como quisiéramos realmente; a veces no nos damos cuenta de ello, y otras veces, cuando nos damos cuenta, no sabemos como resolverlo, o no queremos.
Si creemos que algo va mal en nuestra vida, y nos interesa cambiar nuestra persona, primero debemos reconocer que conductas son las que nos resultan perjudiciales; ser reflexivos y autocríticos, pero también optar por sugerir la colaboración de nuestros amigos, por que es importante conocernos desde diferentes perspectivas; muchas de nuestras actitudes no pueden ser auto-observadas, y si lo que deseamos es llegar a la génesis del problema, lo mejor es no prescindir de opiniones y diferentes puntos de vista.
¿ES POSIBLE CAMBIAR?
De hecho, siempre cambiamos y todo lo que nos rodea también cambia; pero no siempre como nosotros quisiéramos.
Muchas veces nos sentimos enjaulados, atrapados en actividades y conductas que no queremos, pero que realizamos; sucede que frecuentemente somos nosotros mismos quienes hemos construido y/o introducido en la jaula y son los mismos aspectos de nuestra personalidad los que impiden que salgamos de ella, es decir, que cambiemos.
Lo primero que necesitamos para cambiar es reconocer que nos afecta, que es lo que queremos cambiar de nosotros. Puede parecer redundante, pero irónicamente esta es la parte más difícil e importante para resolver nuestro problema: saber cuál es, conocerlo. A partir de nuestra disconformidad podemos reconocemos aquello que deseamos en la vida, y aquello que no, o aquello que lo impide. Es muy posible que encontremos un evidente antagonismo entre las cosas que deseamos y las que necesitamos para convivir en la sociedad; pero nosotros también formamos parte de la sociedad, si todos nos propusiésemos evaluar nuestras vidas, aquello que queremos y aquello que no, tal vez podríamos mejorar algunos aspectos (sin que las necesidades individuales sean suprimidas por las sociales, o viceversa, como sucede actualmente; y en las cuales se pueda respirar un verdadero ambiente de comunidad y no de frívola competencia y autoridad).
CONFUSIÓN DEL “ROL” CON EL “SER”
El rol es el disfraz que nos colocamos para encajar perfectamente en la sociedad, sobretodo durante nuestras actividades dentro de instituciones, puesto que estamos subordinados a cumplir las expectativas (educativas, laborales, etc.) del organismo en el que participamos. Sin roles, o sin alguna forma de especialización, sería imposible que el desarrollo tecno-industrial actual fuese posible, y esto es algo que no favorecería en nada a la rentabilidad económica de los grupos de poder mundial. Pero esas son expectativas ajenas, con las cuales podemos hallar cierta familiaridad, pero que del modo en como se desarrollan actualmente automatizan nuestras vidas, pues la opresión de las complejas programaciones y estructuraciones de tiempo que necesitamos para cumplirlas impiden el fluir de una vida espontánea y verdaderamente libre.
El problema de la existencia de roles y la programación de nuestras actividades ha terminado por oscurecer la totalidad de nuestra vida, y no sólo los momentos y en los ambientes en los que teníamos que ejecutarlos. La ausencia de autonomía y la proliferación del “parecer”, y no del “ser”, ha invadido todos los aspectos de nuestra vida. Así, el policía piensa en ladrones mientras hace el amor (sin que los ladrones piensen en robarse a su mujer), el empresario encuentra en su hijo una futura caja de ahorros, el médico cree que la vida se puede resolver con recetas, y el escritor prefiero los libros en lugar de las personas a las que se dirige en ellos.
LOS TRES NIVELES DE CONCIENCIA
-El sueño profundo
Hay momentos en la vida en los que nuestra conciencia parece descansar, y que nos quedamos dormidos, o emocionalmente bloqueados; entonces nuestra capacidad de percepción e interacción con la realidad no es la mejor. No asimilamos lo que nuestros compañeros quieren comunicar, o si lo hacemos, lo hacemos mal; y pensamos que el problema son ellos, cuando en realidad es probable que lo seamos nosotros. No comprendemos a los demás, y tampoco nos comprendemos a nosotros mismos.
-Emociones dominantes
Podemos tener cierta conciencia y certeza de las situaciones en las que nos desenvolvemos, pero en algunos casos son nuestras emociones reflejadas en nuestra conducta las que tienen mayor predominio. Hay circunstancias en las que actuamos sin realizar un mayor análisis de la situación, y ello puede ser hermoso y liberador para nosotros, por que refleja lo que realmente sentimos y queremos, pero las consecuencias pueden ser positivas o adversas para los demás e incluso para nosotros mismos.
-Aislamiento espiritual
Podemos, finalmente, poder controlar nuestras emociones y habernos adaptado a las normas sociales; pero ello puede hacernos infelices; de hecho, lo hace con frecuencia, debido a que no siempre nuestros deseos tienen relación con las exigencias económico-sociales. Entonces, vivimos para el sistema, imaginando las retribuciones (económicas) que él nos designará en el futuro y que nos permitirán ser felices y gozar de tranquilidad social y estabilidad económica; pero dejamos de vivir el presente, y postergamos constantemente realizar aquellas cosas por las que realmente vivimos.
DESPERTANDO NUESTRA CONCIENCIA
Todas las situaciones que experimentamos construyen nuestra personalidad; las positivas, que siempre recordamos con aprecio, y también las que no, aquellas que nos parecen desagradables; las que forman parte del proceso de la “actualidad” y de las cuales nunca nos desprendemos, y las antiguas, desde nuestros primeros años de conciencia y convivencia.
Hemos desarrollado muchas carencias y virtudes, debido a que nunca dejamos de relacionarnos con personas que también desarrolla(ba)n sus propias etapas de experimentación. Entonces, hay situaciones que nos parecen más agradables y satisfactorias que otras, a cuales le dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo, precisamente por que podemos disfrutarlas o nos recuerdan a momentos en los que nos provocaron felicidad. Pero lamentablemente, también estamos expuestos a situaciones indeseables, o a ambientes y espacios que evocan momentos de tensión y desagrado. En algunos casos, si lo consideramos oportuno, podemos evadirlas, pero ¿qué hacer con aquellas que se presentan por sorpresa, o que no podemos evitar?
Fischman recomienda rememorar las situaciones para poder evaluarlas y situarnos en las personas que intervinieron directa o indirectamente en ellas, tomando en cuenta sus propias características y las de la situación, para tener una mayor y mejor comprensión de ellas; así comprenderemos también como hemos de enfrentarnos a ellas, y que errores cometimos en el pasado.
EL EDIPO Y LA VIDA EN LA OFICINA
Los niños se enamoran de forma sana y apasionada de sus padres, ya que provienen y reciben también el cariño de ellos, y esto forma parte de un proceso natural. Lamentablemente en nuestras sociedades, los padres no pueden retribuir el cariño que necesitan sus hijos, por que la estabilidad económica impide la estabilidad en sus relaciones y tienen que dedicar su tiempo en el trabajo. En otros casos, también característico de nuestra actual forma de vida, los padres temen tanto que sus hijos sufran alguna carencia amorosa o daño producido por la realización de sus experiencias en el medio, que se convierten en seres sobre-protectores y, muy por el contrario de lo que piensan, restringen la libertad de sus pequeños.
Los niños dejan de serlo, y crecen; pero crecen cargando las frustraciones que acumularon en su infancia, y las reproducen en las relaciones con su entorno, dentro y fuera de casa. Así, unas personas abandonan sus proyectos para ir en busca de personas en las que ven reflejadas un ente maternal, que no percibieron cuando fueron pequeños; y otras lo buscan de manera inconciente, pero no lo encuentran. Todos quieren aliviar esta necesidad, pero la mayoría fracasa en el intento, y termina frustrándose –y frustrando a los demás- aún más, debido a que es o muy difícil o imposible encontrar a una segunda madre.
CAMBIANDO A PESAR DEL INCONCIENTE
Hay comportamientos que no nos permiten relacionarnos de la manera como quisiéramos realmente; a veces no nos damos cuenta de ello, y otras veces, cuando nos damos cuenta, no sabemos como resolverlo, o no queremos.
Si creemos que algo va mal en nuestra vida, y nos interesa cambiar nuestra persona, primero debemos reconocer que conductas son las que nos resultan perjudiciales; ser reflexivos y autocríticos, pero también optar por sugerir la colaboración de nuestros amigos, por que es importante conocernos desde diferentes perspectivas; muchas de nuestras actitudes no pueden ser auto-observadas, y si lo que deseamos es llegar a la génesis del problema, lo mejor es no prescindir de opiniones y diferentes puntos de vista.
¿ES POSIBLE CAMBIAR?
De hecho, siempre cambiamos y todo lo que nos rodea también cambia; pero no siempre como nosotros quisiéramos.
Muchas veces nos sentimos enjaulados, atrapados en actividades y conductas que no queremos, pero que realizamos; sucede que frecuentemente somos nosotros mismos quienes hemos construido y/o introducido en la jaula y son los mismos aspectos de nuestra personalidad los que impiden que salgamos de ella, es decir, que cambiemos.
Lo primero que necesitamos para cambiar es reconocer que nos afecta, que es lo que queremos cambiar de nosotros. Puede parecer redundante, pero irónicamente esta es la parte más difícil e importante para resolver nuestro problema: saber cuál es, conocerlo. A partir de nuestra disconformidad podemos reconocemos aquello que deseamos en la vida, y aquello que no, o aquello que lo impide. Es muy posible que encontremos un evidente antagonismo entre las cosas que deseamos y las que necesitamos para convivir en la sociedad; pero nosotros también formamos parte de la sociedad, si todos nos propusiésemos evaluar nuestras vidas, aquello que queremos y aquello que no, tal vez podríamos mejorar algunos aspectos (sin que las necesidades individuales sean suprimidas por las sociales, o viceversa, como sucede actualmente; y en las cuales se pueda respirar un verdadero ambiente de comunidad y no de frívola competencia y autoridad).
CONFUSIÓN DEL “ROL” CON EL “SER”
El rol es el disfraz que nos colocamos para encajar perfectamente en la sociedad, sobretodo durante nuestras actividades dentro de instituciones, puesto que estamos subordinados a cumplir las expectativas (educativas, laborales, etc.) del organismo en el que participamos. Sin roles, o sin alguna forma de especialización, sería imposible que el desarrollo tecno-industrial actual fuese posible, y esto es algo que no favorecería en nada a la rentabilidad económica de los grupos de poder mundial. Pero esas son expectativas ajenas, con las cuales podemos hallar cierta familiaridad, pero que del modo en como se desarrollan actualmente automatizan nuestras vidas, pues la opresión de las complejas programaciones y estructuraciones de tiempo que necesitamos para cumplirlas impiden el fluir de una vida espontánea y verdaderamente libre.
El problema de la existencia de roles y la programación de nuestras actividades ha terminado por oscurecer la totalidad de nuestra vida, y no sólo los momentos y en los ambientes en los que teníamos que ejecutarlos. La ausencia de autonomía y la proliferación del “parecer”, y no del “ser”, ha invadido todos los aspectos de nuestra vida. Así, el policía piensa en ladrones mientras hace el amor (sin que los ladrones piensen en robarse a su mujer), el empresario encuentra en su hijo una futura caja de ahorros, el médico cree que la vida se puede resolver con recetas, y el escritor prefiero los libros en lugar de las personas a las que se dirige en ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario